17 May Revista Diplomacia Urbanismo y Ciudadanía: La tarea de construir nuevas convivencias – Nº134 Abril 2017
Presentación
Humanizar la Ciudad: Tema mundial
Este número de Diplomacia tiene como tema central “Urbanismos y Ciudadanía: la tarea de construir nuevas convivencias”.
Las señales de que éste es un tema mayor emergen cada día de una u otra forma en todas partes, tanto en países desarrollados como en desarrollo y se ha transformado en un objetivo central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Hoy día más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Pero lo más impactante es la celeridad del cambio y los desafíos que ello trae: en 1994, la población urbana mundial era de 2.300 millones, hoy se la estima en torno de los 4.000 millones en ciudades y mega conglomerados urbanos.
En América Latina más del 80% de la población vive en ciudades. Eso ha hecho de esta región la más urbanizada del mundo. Dos de las ciudades más grandes del planeta, con poblaciones superiores a los 20 millones de habitantes, se localizan en la región, São Paulo y la Ciudad de México, y otras dos superan los 10 millones de habitantes, Río de Janeiro y Buenos Aires.
Hace ya algún tiempo que en los espacios urbanos se vienen configurando complejidades críticas ligadas a la vida cotidiana, a la legitimidad de las autoridades, a las transformaciones en el mundo del trabajo, al acceso a la vivienda, con cercanía a la educación y el empleo, a la configuración de nuevos barrios y entornos periféricos, a la migración interna e internacional, a los deseos de mejores servicios y de convivencias amables. La ciudad es terreno de preguntas y esperanzas. Es el ámbito donde la interacción con los otros se da con intensidad en cada momento.
La ciudad no es calles y edificios. No es plazas y veredas. La ciudad está viva porque allí está la gente. La ciudad, aunque suene obvio, es el espacio de los ciudadanos. Eso significa hombres y mujeres, familias, jóvenes, niños, viejos que desde su realidad buscan en ese habitat la posibilidad de llevar adelante sus planes, sus sueños, sus ganas de mejor vida. Y ahí es donde la tensión contemporánea de la ciudad se manifiesta. Porque ya las respuestas no son tan inmediatas y eficientes ni las instituciones de gobierno local o metropolitano tienen la capacidad de absorber todos los desafíos emergentes.
La Conferencia Habitat III, realizada en Quito en octubre 2016, marcó un hito fundamental en el tratamiento del tema. Fue la mayor cita de todos los países del planeta para culminar los trabajos y conferencias previas en las regiones que alimentaron la reflexión global en torno al impacto de la ciudad.
Una constatación cruzó los análisis: el espacio urbano es un espacio de desigualdad. Una perspectiva política emergió del encuentro y cruzó su declaración: la urbanización es una oportunidad como “motor para el crecimiento sostenido e incluyente, para el desarrollo social y cultural y la protección del medio ambiente y de sus potenciales contribuciones para alcanzar un desarrollo transformador y sostenible”. En palabras de Joan Clos, Director Ejecutivo de UN-Habitat, “el objetivo de la urbanización es entregar una vida digna a los ciudadanos”. En esencia, la tarea es humanizar la ciudad.
Y de ahí surgen las demandas ciudadanas: entre otras, reducir significativamente la estratificación social en las ciudades, donde los barrios de los más ricos, los de ingresos medios y aquellos que viven en pobreza, están a veces a pocos kilómetros con diferencias abismales, incluyendo los “guetos urbanos”; organizar y sostener el transporte público adecuado para ciudades con varios millones de habitantes e impedir el atochamiento de vehículos individuales en ciudades tan diversas como Beijing, Los Ángeles, Madrid, México, Buenos Aires o Johannesburgo, expandir los espacios públicos, de la plaza, los parques y los sitios comunes donde el acceso no esté determinado por la condición social. Hacer que una ciudad sea para cada uno de sus habitantes, “su” ciudad, con aire limpio y respirable. Finalmente, queda la sensación que la distancia que sienten tantos ciudadanos respecto de las elites públicas y privadas, los acerca a los espacios de su entorno cercano. Así ven en la gobernanza comunal mejores posibilidades de ejercer derechos e incluso asumir responsabilidades de participación.
Estos temas cruzan los diversos textos con los cuales respaldamos nuestra indagación en el tema. En particular, cabe destacar la entrevista con el arquitecto chileno Alejandro Aravena, Premio Pritzker de Arquitectura 2016 y director de la Bienal de Arquitectura del mismo año en Venecia, para quien la ciudad es una vía alternativa – un atajo – hacia la igualdad. Así también Agustín Hernández Aja, destacado profesor y urbanista español, nos hace una contribución especial al dar otro alcance al concepto “calidad de vida”, dándole como eje principal la sostenibilidad. Y la presidenta de la Corporación Ciudad y Derecho, la economista María José Becerra, nos ilumina desde la sociedad civil sobre la relación Ciudadanía y Barrio como espacio de nuevos derechos.
Cada uno de los documentos y textos seleccionados para esta edición reflejan también una realidad creciente en el siglo XXI: lo global y lo local están cada vez más entrelazados en el devenir de los seres humanos. Por eso ahora hemos puesto la mirada sobre el Brexit y la identidad europea contemporánea, nos asomamos a la interculturalidad desde la mirada de los pueblos indígenas en testimonio del primer embajador mapuche de Chile, rescatamos por dónde anda la opinión de los latinoamericanos frente a las posibilidades de la integración según informe clave de BID-Intal y, con la mirada en el futuro, damos cuenta de las proyecciones que podrá tener el “Diálogo de Alto Nivel sobre iniciativas de integración en Asia Pacífico” organizado por Chile en Viña del Mar en su condición de Presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico. La cita señaló, con realismo y voluntad de acción, la contribución que los países en torno de la cuenca del Pacífico podrán hacer a una globalización más equilibrada y sostenible.
Nuestra tarea, desde la Academia Diplomática de Chile es tratar de mirar el mundo actual con espíritu prospectivo, ver tendencias, identificar señales, asumir desafíos mayores que asoman en el horizonte. En colaboración con entidades de formación amigas del espacio Iberoamericano y de otras regiones del mundo, asumimos que allí debemos colocar el esfuerzo para avanzar hacia un desarrollo sostenible y más humano. Es lo que alimenta los preparativos que ya llevamos adelante para la 44° Reunión Anual del Foro Internacional de Academias Diplomáticas a realizarse en Chile entre el 6 y 8 de Septiembre. El crecimiento desbordante de la población urbana y de las ciudades es un ejemplo de los desafíos que llaman a nuestra reflexión conjunta y una colaboración mayor. Como decimos en esta portada, “la tarea es construir nuevas convivencias”, en donde muchos temas pasan por la cooperación internacional y una diplomacia más vinculada al ciudadano.
Juan Somavía
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