16 Dic Revista Diplomacia 143: “Diplomacia de Futuro. Los desafíos de una acelerada transformación tecnológica: Una nueva forma de convivencia”
Presentación
Agenda innovadora y prospectiva
El escenario actual, profundamente marcado por la actual pandemia del COVID-19, ha acelerado un proceso irreversible de transformación científica, tecnológica y digital. Diversos actores han debido incorporarse a este proceso para dar continuidad a sus proyectos de vida. Se han abierto nuevos espacios para una colaboración entre ciencia y sociedad.
La evidencia demuestra que no todos los países estaban preparados para asumir los efectos económicos y sociales que ha planteado esta crisis sanitaria. Se han generado miedos e incertidumbres que es imperativo entender.
Señales objetivas advierten que el ciclo de evolución tecnológica se profundizará y ello habrá que asumirlo como sociedad. Todo indica que esta tendencia se amplificará con la instalación de redes móviles de quinta generación (5G) y de proyectos tanto de fibra óptica como de comunicaciones satelitales.
Esta crisis ha generado condiciones para un cambio de época. Ha hecho ver la necesidad de adaptarse a nuevas realidades. La acción inmediata se ha expresado en el teletrabajo, la educación a distancia y una atención a las personas que, por diferentes causas, se habían mantenido alejadas de los desarrollos tecnológicos.
El desafío de integrarse al cambio cultural se manifiesta también en el ámbito educativo. Esto es esencial. De no hacerse, difícilmente superaremos las brechas acumuladas y potenciales. En este sentido, la Academia Diplomática de Chile (ACADE) está preparando a los futuros diplomáticos en temas que les permitan actuar en escenarios de crecientes disrupciones. Innovación y desarrollo son conceptos que deben conocer y manejar, así como también la ciencia y la tecnología.
Ello se ha materializado en el proceso de formación, focalizado en una agenda innovadora y prospectiva de entrenamiento que incorpora habilidades blandas necesarias para actuar en los ecosistemas de ciencia, tecnología e innovación. Estos son, de igual forma, entramados de poder, relaciones y conocimiento donde la diplomacia debe estar en condiciones de interactuar con una multiplicidad de actores públicos y privados.
Estamos en un momento de inflexión que plantea el imperativo de incorporarse a mega tendencias, pero también esto implica comprender y definir acciones para enfrentar los riesgos de la exclusión.
En este contexto, la ACADE ha elaborado un nuevo programa académico. En la compleja etapa que estamos viviendo, se ha activado la implementación de la teleformación, la cual ya se había diseñado para responder a los requerimientos de sociedades cuyas fronteras se han difuminado.
La idea de ese programa es situar y entrenar a nuestros estudiantes para actuar en procesos y negociaciones de una agenda internacional que incorpora las múltiples dimensiones del diálogo entre comunidad científica y política. Es necesario estar preparados para utilizar las herramientas de la transformación digital.
El comité científico de la COP25 y la mesa social COVID-19 muestran dos procesos emblemáticos, donde la evidencia científica sustenta las definiciones políticas en una era de cambio. Lo interesante es observar cómo esto se refleja en la gobernanza local, regional y multilateral, lo que el programa de la Academia ha asumido.
Pensar en estas nuevas dimensiones de las relaciones sociales, políticas y diplomáticas supone entender mejor que la ciencia y el conocimiento han profundizado su carácter estratégico y una inédita capacidad de influir en el orden internacional contemporáneo. Estas realidades y procesos plantean a la diplomacia el imperativo de involucrarse en ciclos emergentes que dominan las comunidades nacionales, los diálogos internacionales, además de la inmersión en redes especializadas.
El desafío para un país de renta media abierto al mundo es el de profundizar una inserción inteligente en espacios donde interactúan gobiernos, empresas, académicos y organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil. Ese es el escenario donde la acción diplomática también debe intervenir para cautelar nuestros intereses, proyectos e iniciativas vinculadas a la I+D+i.
Transición irreversible a la “sociedad del conocimiento”
Análisis prospectivos revelan que la humanidad se dirige, de manera inexorable, hacia una “sociedad del conocimiento”, estableciendo un vínculo directo entre saber y poder. Un factor clave para avanzar en ese camino es la creación de valor lo que supone generar condiciones para una convergencia virtuosa entre los elementos que configuran una cadena de innovación abierta. Esto implica instituciones, recursos, distintos niveles de vinculación, conexiones e interdependencias a fin de construir un ecosistema que opera de manera no lineal, aportando conocimiento a la sociedad.
La construcción de una visión-país sobre estas nuevas fronteras y concepciones que sugiere la sociedad del conocimiento es un tema estratégico. Ello exige la implementación de políticas de Estado que aseguren una continuidad y cambios. La Política Exterior debe contribuir a un proceso de transición sostenible que permita a Chile utilizar las ventajas comparativas que posee en este ámbito. Promover externalidades positivas es ineludible. El caso de los Laboratorios Naturales es significativo y exige proyectar los beneficios sociales de esos ecosistemas de manera más amplia a las comunidades locales (spillovers).
Nuevas formas de diplomacia
La ciencia y el conocimiento han consolidado su carácter estratégico y una inédita capacidad de influir en el orden internacional contemporáneo. Se ha abierto un espacio excepcional para el diálogo entre las comunidades científica y política. Es fundamental también manejar herramientas habilitantes para integrarse a esos nichos de internacionalización de la ciencia y del conocimiento.
Las estructuras, formas de trabajar, de conectarse y de vivir se han modificado. Ahora, el conocimiento es objeto de intercambio expansivo, lo cual no necesariamente obedece a las reglas de mercados competitivos de la economía neoclásica. El desafío es entonces generar capacidad de integración, reducir las brechas de exclusión y coadyuvar a la creación de conocimiento de alta calidad. Esto exige que la diplomacia esté preparada para actuar en estos ecosistemas y sea activa en el posicionamiento de nuestros intereses nacionales. Ello no altera la esencia de la labor diplomática, pero exige una capacidad efectiva de entendimiento de dichos procesos, lo que demanda un entrenamiento continuo.
La formación en diplomacia científica en 2019 y diplomacia 3.0 en 2020 continuará desde dos perspectivas: el diálogo entre ciencia, conocimiento y sociedad y estar preparado para la utilización de herramientas de e-diplomacy. Ello abre una oportunidad para pensar en la “Techplomacy”.
Este número de la revista “Diplomacia” tiene un especial énfasis en relevar iniciativas vinculadas a actores chilenos de ciencia, tecnología, innovación y capital humano avanzado, tanto públicos como privados, que contribuyen a enfrentar un proceso de transformación sistémico sin precedentes.
El entrenamiento diplomático en estos temas es parte de un proceso de modernización del Estado, orientado al mejoramiento de la gestión pública, lo que involucra también al sector privado y el uso consistente de las tecnologías de la información y de la comunicación
La realidad 4.0 ha producido un replanteamiento de la formación y de la función diplomática, como agentes de cambio. Dejamos de ser espectadores, ahora somos actores de la nueva realidad. Esto sugiere una mirada renovada de las formas de hacer diplomacia, a la cual esta publicación desea contribuir.
Esa es la razón para pensar en una diplomacia de futuro.
Miguel Ángel González
Director de la Academia Diplomática de Chile.
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Revista Diplomacia 143