29 Ene [Revista Diplomacia] Principales tendencias en el comercio de servicios
Artículo de Revista Diplomacia nº 142
Extracto del Informe sobre el Comercio Mundial 2019 – “El futuro del comercio de servicios” de la Organización Mundial del Comercio.
En el futuro, la estructura del comercio de servicios dependerá de lo que los consumidores demanden y de las pautas de especialización de los países. Además de cómo evolucionen los costos del comercio, algunas de las principales tendencias mundiales que afectarán al comercio de servicios son las tecnologías digitales, los cambios demográficos, las pautas previstas de crecimiento y el cambio climático.
Las tecnologías digitales son el principal motor que impulsa la reducción de costos en el comercio de servicios, y están cambiando radicalmente los modelos empresariales y comerciales. Desde el punto de vista de la oferta, la digitalización reduce sustancialmente los costos de entrada, lo que aumenta la competencia y estimula la innovación. Desde el punto de vista de la demanda, la digitalización pone a disposición de los consumidores una mayor gama de posibilidades. Todos los indicadores apuntan a que los avances en el campo de las tecnologías digitales proseguirán probablemente en el futuro, lo que sugiere que estas tendencias seguirán evolucionando con el tiempo.
Las tecnologías digitales han contribuido significativamente al reciente crecimiento del comercio de servicios[1] y cabe esperar que esta tendencia prosiga en el futuro. Estas tecnologías impulsarán el comercio de servicios no solo por sus efectos sobre la reducción de los costos comerciales, sino a través de otros mecanismos que se describen a continuación.
Las tecnologías digitales crearán nuevas formas de prestar los servicios
La evolución de las tecnologías digitales está propiciando la sustitución de las formas tradicionales de prestación de servicios por nuevas formas de suministro. A medida que disminuyen los costos del comercio de servicios, servicios que habitualmente solo se suministraban mediante la presencia local en un único país comienzan a suministrarse a través de las fronteras. Actualmente hay cada vez más servicios profesionales que se prestan a través de las fronteras, y hay otros sectores de servicios que también podrían beneficiarse de la digitalización. La aparición de nuevas tecnologías digitales permitirá probablemente suministrar a través de las fronteras un número creciente de servicios, incluidos servicios cuya prestación era antes necesariamente presencial, como la telecirugía. Los avances tecnológicos pueden reducir aún más los costos de información y transacción en el comercio internacional. Algunos investigadores sostienen que la tecnología de la cadena de bloques, que ofrece un mecanismo descentralizado para verificar a bajo costo los atributos de una transacción, permitirá reducir aún más los costos de generación de redes y de verificación[2] y podría reducir otros costos del comercio, como los asociados a la coordinación, el transporte y la logística, la intermediación financiera o las operaciones cambiarias[3].
Las tecnologías digitales crearán nuevos tipos de comercio de servicios, que a menudo sustituirán al comercio de bienes
Las tecnologías digitales han difuminado la distinción entre bienes y servicios y acentuado la importancia de los flujos de datos y la propiedad intelectual. A medida que las tecnologías digitales se desarrollen y se difundan, es previsible que esta tendencia continúe en el futuro.
En primer lugar, la digitalización ha reducido drásticamente el costo de crear, copiar y acceder a textos, contenidos de vídeo y música, lo que ha provocado una disminución gradual del comercio de productos físicos[4].
En la industria musical, los consumidores han pasado de demandar grabaciones físicas a demandar descargas digitales. Se ha registrado un fuerte crecimiento de los servicios de reproducción de música por suscripción. Entre 2014 y 2017, el número de suscripciones a este tipo de servicios se cuadriplicó[5]. El Banco de Inversiones estadounidense Goldman Sachs predice que en 2030 habrá 1.150 millones de suscriptores de pago en todo el mundo, de los cuales un 68% serán suscriptores de mercados emergentes. Según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica[6], en 2018, el 37% de la industria de la música grabada (cerca de USD 7.000 millones) se transmitió a través de servicios de reproducción de pago. Goldman Sachs prevé que los ingresos anuales derivados del comercio mundial de este tipo de servicios (incluidos los derivados de anuncios) alcanzarán los USD 37.200 millones.
En segundo lugar, las plataformas están aumentando la demanda de servicios de alquiler. La actual economía de plataformas puede representar una fase intermedia entre el anterior modelo de propiedad tradicional y un modelo futuro en que todo constituirá un servicio. La consultora PwC[7] estima que el valor de las transacciones totales de los principales cinco sectores basados en la economía de plataformas de Europa (la financiación colaborativa, el alojamiento entre personas, el transporte entre personas, los servicios domésticos a la carta y los servicios profesionales a la carta) podría aumentar de € 28.000 millones en 2016 a € 570.000 millones en 2025. La economía de plataformas podría sustituir al alquiler y la propiedad tradicional en una amplia gama de productos[8].
Por ejemplo, se está consolidando la expectativa de que el número de vehículos en propiedad disminuya a medida que se generalice el transporte a la carta[9]. Los resultados de algunos estudios sugieren que la influencia de la economía de plataformas en la demanda de bienes duraderos puede ser negativa. Por ejemplo, según un estudio de la firma internacional de inversión de mercados y análisis de datos YouGov[10], el 43% de los londinenses considera que servicios como Uber son una alternativa real al automóvil en régimen de propiedad. Análisis de las respuestas de una encuesta[11] en línea realizada a 1.840 antiguos usuarios de Uber y/o Lyft en Austin (Texas) reveló que después de que ambas empresas suspendieran sus servicios, la mayoría de los encuestados (un 45%) pasaron a utilizar un vehículo privado. Los vehículos sin conductor aumentarán aún más la probabilidad de compartir trayectos. En 2030, una cuarta parte de las millas recorridas en los Estados Unidos se harán en vehículos sin conductor compartidos, lo que reducirá el número de vehículos en propiedad[12]. La presencia de vehículos sin conductor podría afectar a muchos sectores de servicios, como los seguros, la logística, el turismo, el transporte y los servicios de salud[13].
En tercer lugar, la impresión 3D está impulsando el comercio del diseño de programas informáticos en detrimento de los productos finales. Gracias a las aplicaciones inteligentes, las empresas pueden escanear cualquier producto y convertirlo en un archivo de diseño digital. El consumidor puede luego visualizarlo y configurarlo antes de recoger el producto, que se fabrica con una impresora 3D[14]. El aumento de la transmisión transfronteriza de datos como un servicio que permite producir bienes en un determinado lugar con tecnologías como la impresión 3D podría estimular el comercio de servicios. El sector de la construcción utiliza cada vez más la impresión 3D, enviando proyectos de construcción a lugares distantes a través de las redes digitales. Además, si bien el comercio de algunos servicios relacionados con la manufactura, como los de financiación del comercio, transporte y logística, podría disminuir, otros servicios relacionados con la impresión 3D, como los de instalación, reparación y diseño, podrían aumentar.
Problemas que la digitalización de las actividades de servicios plantea a los regímenes fiscales
Los problemas que plantea la digitalización de la actividad comercial han planteado dudas sobre la fiscalidad nacional e internacional de los proveedores mundiales de servicios, y en especial sobre la fiscalidad internacional de las empresas.
La utilización creciente de las tecnologías digitales en toda la economía ha dado lugar a la aparición de grandes empresas que a menudo prestan servicios de forma gratuita. Estas empresas, aunque suelen ser muy rentables, pagan a menudo relativamente pocos impuestos en las distintas jurisdicciones.
Los debates actualmente en curso en la OMC ofrecen otro ejemplo. Algunos países en desarrollo cuestionan el mantenimiento de la moratoria relativa a la imposición de derechos de aduana a las transmisiones electrónicas, ya que les preocupa que la sustitución del comercio transfronterizo de bienes (por ejemplo, libros y CD) por descargas digitales les impida compensar la pérdida de ingresos aduaneros. Entre las características que a menudo se asocian a la digitalización cabe mencionar la menor necesidad de una presencia física, la prestación de servicios no remunerados a los clientes y la existencia de activos intangibles difíciles de valorar.
Los activos intangibles se han convertido en una fuente importante de valor para muchas empresas. Además, la participación de los usuarios en las redes sociales y su generación de contenidos de valor comercial se han convertido en características cada vez más comunes de muchas empresas digitales. Pero si una empresa digital presta gratuitamente un servicio a un usuario (por ejemplo, la participación en una plataforma de red social) a cambio de la información personal facilitada en el momento de utilizarlo, la empresa no obtiene del consumidor unas ganancias monetarias sujetas a impuestos. Estas características hacen que las autoridades fiscales tengan dificultades para evaluar con precisión las obligaciones fiscales de las personas y empresas en cuestión y recaudar ingresos. Sin embargo, estas dificultades no son por completo nuevas o especiales, y ya han sido motivo de preocupación en contextos no digitales. Las empresas farmacéuticas, por ejemplo, han sido tradicionalmente propietarias de importantes activos intangibles difíciles de valorar.
Los bienes se pueden exportar y los servicios se pueden prestar en un país en el que la empresa no tiene presencia física, sin que ese país adquiera ningún derecho a gravar las ganancias asociadas. Además, la información sobre los clientes siempre ha tenido valor comercial. La digitalización no afecta a la naturaleza del problema, pero, al facilitar aún más la internacionalización de todas las facetas de la actividad empresarial, puede exacerbarlo. Dicho en pocas palabras, los accionistas, las actividades y los clientes de una empresa tienen muchas más facilidades para ubicarse en cualquier parte del mundo. Esto suscita dudas sobre cómo asignar a las diferentes autoridades nacionales los derechos fiscales sobre los ingresos generados por las actividades transfronterizas, y preocupación por las posibilidades de evasión fiscal y erosión de las bases impositivas. El comercio transfronterizo también plantea a los Gobiernos dificultades para tratar de evitar la doble imposición y la ausencia no deliberada de tributación debido, por ejemplo, a una aplicación incoherente de los impuestos indirectos sobre los servicios.
Soluciones para un tema nuevo
En respuesta a la creciente percepción de que las empresas digitales no están asumiendo la parte que le corresponde de la carga fiscal, los Gobiernos están intentando buscar soluciones equitativas. Por ejemplo, la Comisión Europea estima que el tipo impositivo medio efectivo sobre las empresas digitales es en la Unión Europea del 9,5%, es decir, inferior a la mitad del tipo que corresponde a las empresas tradicionales. Para responder a estas preocupaciones, varias economías han introducido impuestos sobre los servicios digitales.
La Unión Europea y el Reino Unido, por ejemplo, se han centrado en las redes sociales, los motores de búsqueda y los servicios de intermediación; la India, Chile y el Uruguay han optado por las retenciones a cuenta o los impuestos compensatorios sobre los ingresos publicitarios y otros servicios digitales concretos prestados por empresas residentes a empresas no residentes; y Benin, Tanzanía, Uganda y Zambia han introducido recientemente impuestos para gravar la utilización de determinados servicios digitales. El objetivo de estos impuestos sobre los servicios digitales es proteger y ampliar la base impositiva en el país en que se encuentran los clientes o usuarios. Sin embargo, la posibilidad de que este tipo de medidas unilaterales puedan reducir la inversión y la innovación de las empresas tecnológicas y, por lo tanto, afectar negativamente al crecimiento económico, suscita preocupación.
A pesar de los problemas que genera a las autoridades fiscales, la digitalización también puede contribuir a ampliar la base impositiva. Por ejemplo, las plataformas en línea que facilitan servicios interpersonales (como Airbnb o Uber) permiten transferir ciertas transacciones que en su día se realizaban en la economía informal a la economía formal, y hacerlas más transparentes para las autoridades fiscales. De hecho, los gobiernos se han dado cuenta de que es necesario aclarar las obligaciones fiscales de los usuarios de servicios interpersonales, y algunos ya han impartido orientaciones concretas al respecto. También han reconocido los beneficios potenciales que brinda el acceso a la cuantiosa información que poseen las plataformas digitales para mejorar el cumplimiento. La digitalización también puede ayudar a atenuar las limitaciones de información que facilitan la evasión fiscal. Los gobiernos pueden utilizar las tecnologías digitales para establecer mejores procedimientos de verificación de los ingresos reales de los contribuyentes y relacionar más fácilmente los datos de los distintos sectores de la administración fiscal. En este sentido, la digitalización podría mejorar la exacción de impuestos, permitiendo a los gobiernos recaudar más eficientemente los mismos ingresos con impuestos más bajos, o recaudar más ingresos fiscales con los mismos impuestos. Además, la digitalización podría permitir a los Gobiernos implantar sistemas fiscales más sofisticados. Kenya, por ejemplo, ha digitalizado su administración tributaria. Las reformas emprendidas por Kenya para mejorar la inclusión financiera, posibilitadas por los avances tecnológicos en el campo del dinero móvil y la banca móvil, también han permitido desarrollar el sistema iTax adoptado por la Autoridad Fiscal de Kenya. El sistema fiscal internacional está en proceso de cambio, y las ideas sobre una reforma de amplio alcance están ganando terreno. La digitalización ha concienciado probablemente a las autoridades de que la raíz de los problemas fiscales que ya existían antes de la digitalización (como el riesgo de evasión y las presiones de la competencia fiscal), debe abordarse ahora con mayor urgencia.
En los Estados Unidos se ha debatido ampliamente el impuesto sobre el flujo de caja en función del destino, y la Comisión Europea, el Reino Unido y los Estados Unidos han propuesto sistemas de asignación de los beneficios residuales. Además, se ha alentado a los países a adoptar una respuesta coordinada a escala internacional. Todo ello ha llevado debatir la cuestión en foros internacionales (por ejemplo, el Marco inclusivo para la aplicación de medidas contra la erosión de las bases imponibles y el traslado de beneficios (BEPS) de la OCDE y el G-20, en el que actualmente participan 110 economías) a fin de examinar qué cambios sería necesario introducir en la normativa fiscal internacional para responder a la digitalización.
[1] Loungani, P., Mishra, S., Papageorgiou, C. y Wang, K. (2017), “World Trade in Services: Evidence from A New Dataset”, Working Paper Nº 17/77, Washington D. C.: Fondo Monetario Internacional.
[2] Catalini, C. y Gans, J. (2016), “Some Simple Economics of the Blockchain”, Working Paper Nº 22952, Cambridge (Massachusetts): National Bureau of Economic Research (NBER).
[3] Ganne, E. (2018), “Can Blockchain Revolutionize International Trade?”, Ginebra: Organización Mundial del Comercio (OMC).
[4] Organización Mundial del Comercio (OMC) (2018a), Informe sobre el comercio mundial 2018. El futuro del comercio mundial: cómo las tecnologías digitales están transformando el comercio mundial, Ginebra: OMC.
[5] Ídem.
[6] Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) (2019), “Informe Mundial de la Música 2019”, Londres: IFPI.
[7] PricewaterhouseCoopers (PWC) (2016), “Europe’s five key sharing economy sectors could deliver €570 billion by 2025”, Reino Unido: PWC.
[8] Wallenstein, J. y Shelat, U. (2017), “What’s next for the sharing economy?”, BCG Henderson Institute, Suiza: Boston Consulting Group.
[9] Araya, D. (2019), “Top 10 Industries Transformed By Self-Driving Cars”, Nueva Jersey: Forbes.
[10] Smith, M. (2018), “Where is London most and least popular?”, YouGov, versión en línea, 25 06 2018.
[11] Di, X., Fabusuyi, T., Simek, C., Chen, X. y Hampshire, R. (2017), “Switching Behavior in Response to Re-Entry of Uber and Lyft: A Revealed Study in Austin, TX”, Annual Meeting of the Transportation Research Board, documento para presentación y publicación.
[12] Wallenstein, J. y Shelat, U. (2017), “What’s next for the sharing economy?”, BCG Henderson Institute, Suiza: Boston Consulting Group.
[13] Garret, O. (2017), “10 Million Self-Driving Cars Will Hit The Road By 2020 – Here’s How To Profit”, Nueva Jersey: Forbes.
[14] A.T. Kearney (2015), 3D Printing: A Manufacturing Revolution, Chicago (Illinois): A.T. Kearney, Inc.