“Transición demográfica” - Academia Diplomática de Chile Andrés Bello
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21 Dic “Transición demográfica”

Diálogo Interactivo Diplomacia 3.0

Invitado: Paulo Saad[1].

Alumnos: Jorge Díaz y Pedro Pizarro.

 

  1. La Transición Demográfica

 

Las transiciones demográficas en curso a lo largo del mundo, ligadas a alteraciones en los niveles y los patrones de fertilidad, mortalidad y migración, siguen propiciando importantes cambios en el tamaño, estructura y distribución espacial de las familias, de los hogares y de todas las comunidades. Esto plantea tanto oportunidades como problemas en el diseño de  políticas públicas encaminadas a promover el bienestar de las generaciones presentes y futuras.[2]

El desafío que plantea el progresivo envejecimiento de la población se encuentra asociado al hecho de que las estructuras institucionales, es decir, el conjunto de reglas que regulan determinados comportamientos sociales, en general no se encuentran adaptadas para estos nuevos escenarios demográficos. En efecto, los servicios públicos tales como el sistema de pensiones, de salud y de educación, como así también las dinámicas del mercado del trabajo, las finanzas públicas y el crecimiento económico; a pesar de encontrarse fuertemente condicionados por el contexto demográfico, muchas veces no son capaces de responder de forma eficiente a dichos cambios.[3]

Aunque a ritmos distintos, los países de América Latina y el Caribe están atravesando un período de profundos cambios demográficos. Dicha transformación tiene fuertes implicancias no sólo en el tamaño de la población, sino que también en su estructura etaria. Dentro de la región, la transición demográfica es aún más intensa en Chile. Contamos con una de las tasas de fecundidad más bajas junto a la esperanza de vida más elevada, lo que trae como consecuencia un acelerado envejecimiento de la población chilena.[4]

Si bien varios países latinoamericanos gozan aún del llamado bono demográfico, o sea, el período económicamente favorable gracias a la mayor proporción demográfica de población en edades productivas, la ventana de oportunidad se va cerrando en Chile. Lo anterior exige de urgentes medidas y políticas públicas que logren enfrentar de manera efectiva los desafíos del rápido envejecimiento.

 

  1. Desafíos de la transición demográfica

La transición demográfica es aquel fenómeno y teoría que hace referencia al cambio histórico desde tasas elevadas de fertilidad y mortalidad infantil, en sociedades con condiciones tecnológicas, educacionales, y de desarrollo económicos mínimos, hacia tasas de fertilidad y mortalidad infantil bajas, en sociedades con un desarrollo social, económico, y tecnológico avanzado.[5] La descripción de esta transformación hace alusión más bien a una tendencia demográfica antes que situaciones específicas efectivamente constatadas en distintos países o comunidades, ya que siempre existirán factores específicos y adicionales que podrán explicar el cambio en la estructura de las pirámides poblacionales.

Los problemas que genera la transición demográfica son más profundos y complejos de lo que parecen. Servirá para estos efectos el comparar dicho fenómeno con el cambio climático, ya que ambos son procesos graduales que podrían conllevar graves consecuencias si no se actúa a tiempo. El lento y paulatino desarrollo de estos problemas dificulta la concientización de los gobiernos y de la población respecto a su urgencia. Sin embargo, la transición demográfica cuenta también con un problema adicional: mientras que los efectos destructivos del cambio climático pueden llegar a ser evidentes, el aumento de la expectativa de vida es a primera vista considerado como un triunfo de la humanidad. Así, no resultarían inmediatamente claros los costos y externalidades negativas de este logro social.

 

  1. Cambios en la relación de dependencia: oportunidades del bono demográfico y desafíos del envejecimiento poblacional

El bono demográfico es definido por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) como “el potencial de crecimiento económico que puede resultar de los cambios en la estructura de edad de una población, principalmente cuando la proporción de la población en edad de trabajar (15 a 64 años) es mayor que la proporción de la población en edad de no trabajar (14 años o menos y 65 años o más).”[6]

La situación descrita es una en que existe un aumento relativo en la población en edades potencialmente activas, mejorando entonces la sustentabilidad de las relaciones de dependencia de dicha sociedad. De esta forma, se propician las capacidades de crecimiento económico de una sociedad. Una fuerza laboral joven puede ser eficientemente aprovechada si es que cuenta con acceso a una educación, nutrición, y salud de calidad. En dichas condiciones, una mayor cantidad de personas pueden ser más productivas que aquellas que no pueden serlo.

En consecuencia, resultará fundamental el saber aprovechar los períodos de bono demográfico. Destaca en este sentido el caso de Corea del Sur, quien fue uno de los Estados que mejor pudo aprovechar el bono demográfico en los años posteriores a la guerra. A inicios del siglo pasado, la península fue uno de los países más pobres del mundo, pero gracias a que durante su bono demográfico las políticas públicas e inversiones estuvieron orientadas muy fuertemente en los jóvenes, hoy en día es uno de los países más industrializados y con mejor calidad de vida en el mundo.[7]

En síntesis, el éxito del bono demográfico depende de la adopción de políticas macroeconómicas que:

  1. Incentiven la inversión productiva;
  2. Promuevan la inversión en educación y salud;
  3. Aumenten las oportunidades de empleo;
  4. Y promuevan un ambiente social y económico estable.

Al contrario, cuando es mayor la proporción de una población económicamente dependiente, comienzan a surgir problemas de productividad y obstáculos al crecimiento económico.

 

  1. Impacto de la transición demográfica en el PIB per cápita.

El envejecimiento poblacional, causado por el aumento de las expectativas de vida y la disminución en las tasas de fertilidad, presenta una importante cantidad de desafíos para nuestras sociedades contemporáneas. La gran mayoría de los países de latinoamérica se encuentran entrando o atravesando este período. El aumento relativo en la población en edades potencialmente dependientes deteriora la relación de dependencia. De esta forma, se producen fuertes presiones fiscales para sostener los sistemas de pensiones, salud y cuidados.[8] Existe cierta correlación entre los efectos de la estructura poblacional de un Estado y su PIB per cápita.

El descenso y envejecimiento combinado de la población augura amplias y crecientes cargas fiscales en todos los países. Si no se adoptan medidas, el gasto por envejecimiento como porcentaje del PIB podría aumentar hasta niveles incontrolables: un cuarto del producto económico total en los países más desarrollados y marcados incrementos del gasto en los menos desarrollados. (…) Los resultados indican que en todo el mundo los países enfrentarán enormes retos fiscales. Según las políticas actuales, el gasto por envejecimiento de los países más desarrollados, que alcanzará 25% del PIB a finales de siglo, representa un aumento de 8 1⁄2 puntos porcentuales respecto a los niveles de hoy. En Estados Unidos, el aumento proyectado superará los 11 puntos porcentuales, hasta 32% del PIB. En la Unión Europea y Japón, se prevé un aumento del gasto de 7 a 7½ puntos por-centuales del PIB (hasta 24% y 28%, respectivamente). La causa principal serán los costos sanitarios. El gasto en pensiones se mantendrá relativamente moderado gracias a las reformas, que han reducido el incremento previsto de los gastos.[9]

 

  1. Economía generacional: interfaz entre la demografía y economía.

Para el expositor, la economía generacional es un enfoque que permite observar los indicadores económicos desde una mirada etaria, en un contexto en que la estructura por edades de la población cambia rápidamente. En relación con los ciclos de vida económico, el expositor distingue dos períodos de dependencia económica: en primer lugar, aquél en que los niños y jóvenes hasta 29 años y adultos mayores de 54 años consumen más de lo que producen con su propio trabajo, y en segundo lugar, aquél en que los adultos entre 29 y 54 años producen más de lo que consumen.

Las instituciones sociales moderan estos flujos de recursos entre edades: el gobierno, a través de las transferencias e impuestos; el mercado, con las variables de ingreso de bienes y ahorro, y la familia.

“Durante la edad activa, los individuos tienen la capacidad de trabajo que les permite generar los recursos necesarios para cubrir sus necesidades de consumo, mientras que en la niñez y la jubilación, carecen de dichos recursos. Así pues, es imprescindible que exista algún tipo de mecanismo que permita, en cada momento, que se realicen las transferencias intergeneracionales necesarias para que los niños y los mayores puedan consumir y satisfacer sus necesidades.”[10]

  1. Perspectivas desde Chile

Chile se encuentra en pleno proceso de transición demográfica y su población envejece rápidamente. Esta situación presenta múltiples desafíos de política pública, incluidos los del área de la salud pública. En concreto, la relación entre el envejecimiento y la pérdida de la autonomía exige diseñar con urgencia una política de cuidados a largo plazo en el país.  La población mayor de 65 años, que ha aumentado a tasas crecientes durante los últimos 45 años, crecerá a una tasa mayor al 4% anual en los próximos seis años (2017–2023), lo que implicará que los adultos mayores de 65 años pasarán de ser 10% del total de los habitantes en 2010 a 20% en 2038 (periodo de 23 años). Por su parte, la po­blación mayor de 80 años, que actual­mente constituye cerca de 2,4% del total, crecerá a una tasa promedio anual de 4,5% durante los próximos 20 años y lle­gará a representar 5% de la población en 2035. Para 2100, las estimaciones indican que 30% de la población tendrá más de 65 años y que en este grupo de edad la mitad de las personas tendrá más de 80 años (5, 6)[11]

Chile aún está a tiempo de iniciar un debate crucial con miras al diseño e implementación de soluciones de forma planificada. Es necesario incluir los cuidados a largo plazo y su financiamiento en la discusión de la reforma del sector salud, especial­mente cuando el país ha empezado a re­flexionar sobre su financiamiento y su grado de solidaridad.[12]El posible inicio de un momento de debate constitucional tiene el potencial de servir de plataforma para una discusión participativa y democrática en torno al sistema de pensiones más adecuado para el país.

“Uno de los desafíos para la sociedad chilena será mantener una senda de crecimiento económico sostenido en el tiempo, en un marco de reducción de la población en edad de trabajar. Esto podrá compensarse parcialmente mediante el incremento de la participación económica de las mujeres, un proceso que se ha iniciado hace varias décadas, así como por una progresiva postergación del retiro de la actividad por parte de adultos mayores. Sin embargo, parece imprescindible asegurar que quienes participen en la actividad económica mantengan un ritmo de incremento en su productividad significativo, lo que sólo podrá lograrse mediante una dinámica de capitalización de la economía (lo que requiere niveles sostenidos de inversión y, por consiguiente, de ahorro por parte de los hogares) y la incorporación de innovaciones y desarrollos tecnológicos que faciliten una mayor producción de bienes y servicios para toda la población”.[13]

Sumado a lo anterior, las iniciativas y programas que significativamente aumenten la participación en sistemas de pensiones contributivos, y, en consecuencia, tengan el potencial de disminuir las brechas de género y limitar los costos de los sistemas no-contributivos, han comenzado a ser una prioridad de las agendas legislativas en latinoamérica. Sin embargo, producir cambios efectivos en las estructuras de mercado de la región, orientadas por ejemplo a fortalecer la formalidad en el trabajo, es un esfuerzo de largo aliento que requiere, entre otras, de dificultosas reformas a los sistemas impositivos. En general, la regulación del mercado del trabajo en la región no constituye un incentivo al ahorro provisión individual. El 60% de los trabajadores latinoamericanos no cuenta con los medios necesarios para poder ahorrar a largo plazo.[14]

La discusión en torno a los desafíos que plantea para nuestro país la transición demográfica requiere tanto de una perspectiva económica pragmática, como una visión de justicia intergeneracional que atienda a las reales necesidades sociales de nuestro país. Es por esto que resultará fundamental para el futuro de Chile el diseñar políticas públicas al respecto contando con la mayor participación ciudadana posible, de manera informada y orientada a partir de datos abiertos y disponibles para todos.

[1]          Paulo Saad es Doctor en Sociología de la Universidad de Texas en Austin, Maestro en Demografía del Colegio de México, y Bachiller en Estadística de la Universidad de São Paulo en Brasil. Desde octubre de 2016 desempeña como Director del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) – División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas.

[2]          Naciones Unidas, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, La situación demográfica en el mundo, 2014, p. 1.

https://www.un.org/en/development/desa/population/publications/pdf/trends/Concise%20Report%20on%20the%20World%20Population%20Situation%202014/es.pdf

[3]          Grupo Banco Mundial, Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile, p. 59, en http://documents1.worldbank.org/curated/es/591471558704698806/pdf/Retos-y-Oportunidades-del-Envejecimiento-en-Chile.pdf

[4]          Apella, Ignacio; Packard, Truman; Joubert, Clement, y Zumaeta, Melissa. “Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile”. Primera edición – Santiago de Chile: Banco Mundial, 2019.

[5]           Galor, Oded. “The Demographic Transition and the Emergence of Sustained Economic Growth” (PDF). Journal of the European Economic Association. 2005, 3 (2–3).

[6]          Disponible en la Web: [http://www.unfpa.org/demographic-dividend]

[7]          Bloom, David E.; Canning, David; Malaney, Pia. “Demographic Change and Economic Growth in Asia”. Population and Development Review, 2000.

[8]           The Economist. “Old-age dependency ratios”. Edición de 9 de mayo de 2010. Disponible en la web: https://www.economist.com/economic-and-financial-indicators/2009/05/07/old-age-dependency-ratios

[9]           Benedict Clements, Kamil Dybczak y Mauricio Soto, Más viejos y más pequeños, en Finanzas y Desarrollo, Revista del Fondo Monetario Internacional, en https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2016/03/pdf/fd0316s.pdf

[10]         Centro Internacional sobre el Envejecimiento, Transferencias intergeneracionales y envejecimiento en España, un análisis desde 1970 hasta la actualidad” – Informe 2, en https://cenie.eu/es/blogs/transhist/transferencias-intergeneracionales-y-envejecimiento-en-espana-un-analisis-desde-1

[11] Villalobos Dintrans P. Envejecimiento y cuidados a largo plazo en Chile: desafíos en el contexto de la OCDE. Rev Panam Salud Publica. 2017;41:e86.

[12] Ibídem.

[13] Grupo Banco Mundial, Retos y oportunidades del envejecimiento en Chile, p. 59, en http://documents1.worldbank.org/curated/es/591471558704698806/pdf/Retos-y-Oportunidades-del-Envejecimiento-en-Chile.pdf

[14]         Hoffmann, Karl-Dieter. “Who is Going to Bear the Cost? The Rapid Ageing of Latin American Societies as a Socio-Political Issue” en Demographic Change: A Fateful Challenge. Konrad Adenauer Stiftung, 2016.